La propuesta de Tavárez sobre el hastío va directo al plato: la mujer no tiene ‘derecho’ al hastío pues su condición de mujer le asigna tareas sociales que excluyen las tareas intelectuales.

por Lilliana Ramos Collado
Recuerdo a Charles Baudelaire diciendo “Soy como el rey de un país lluvioso” en una sección de su famoso poemario Las flores del mal, titulada «Spleen e ideal», en la cual el poeta lamentaba el hastío que le producía la inutilidad de su talento y de su acervo intelectual. Desde esa pérdida del ideal letrado, deseo leer este pequeño gran libro de Tavárez sobre el hastío.
En nuestra isla habíamos tenido ya nuestra dosis de “esplín”, como lo llamaban los latinoamericanos: nuestro esplenético escritor —Luis Rechani Agrait— no fue muy famoso, pero dijo “equivocan mi gesto, me llaman compatriota”. El gesto que habíamos equivocado era el gesto crítico, su mueca de aburrimiento.
Baudelaire sabía de esto: el esplín pertenece a los hombres, pues nosotras las mujeres tenemos siempre demasiado que hacer. Según Thomas Carlyle en su famoso On Heroes and Hero Worship, cuando el intelectual perdió su arraigo en la vida política y perdió su liderato en la comunidad, se quedó en la prángana moral, cayó en desuso y su calidad intelectual solo valía la pena si le servía para vender sus libros.
Pero el libro de Tavárez Vales nos toma por la sorpresa de encontrar una mujer aburrida, una poeta harta de su vivencia, una intelectual tomada por asalto por el esplín. En vez de luchar por sus derechos (los derechos de La Mujer, con mayúscula, por los derechos de los Niños, ídem, y por los derechos de la Naturaleza), escribe todo un libro sobre la vida hueca, estúpida, sin sentido, que le ha tocado vivir en una sociedad post-intelectual donde no hay lugar ni para la intelectual ni para la mujer. Sigue leyendo →
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