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Charles Baudelaire, confesión, dandismo, Emilia Pardo Bazán, femme fatale, La sirena negra, melancolía, sirena
por Lilliana Ramos Collado
Para Mercedes López-Baralt, en recuerdo
de la pasión mutua por estos laberintos.
“La confesión es salida de sí en huída. Y el que sale de sí lo hace por no aceptar lo que es, la vida tal y como se le ha dado, el que se ha encontrado que es y que no acepta. Amarga dualidad entre algo que en nosotros mismos decide, y otro, otro que llevando nuestro nombre, es sentido extraño y enemigo.”
—María Zambrano, La confesión, género literario
En su pseudo-autobiografía, titulada Vie de Henry Brulard, Henri Beyle hablaba de las delicias de retirarse “en soie”. A nadie podría escapársele la homofonía: ese retiro a la seda (soie) era también un retiro “hacia adentro de sí” (soi), hacia la estética suavidad de la pupa de la seda, fresca, íntima, aislada: el espacio sedoso de la interioridad. Esta autobiografía, para la cual adoptaba un pseudónimo (Henry Brulard) que venía precedido de su nome de plume —Stendhal— discurría de manera confesional. La prestidigitación onomástica no hacía más que señalar hacia la dificultad de ubicar con certeza el sujeto de la enunciación, o hasta cuestionar la posibilidad misma de enunciarse con algún grado de veracidad. Las debilidades, los caprichos, la dudas y las redundancias de este sujeto vario y escurridizo sólo podían expresarse mediante un juego de dobles y triples. El sujeto stendhaliano no desplegaba ante el lector las angustias de la mera psicomaquia hamletiana del ser o no ser… advertía ya la multiplicidad de una interioridad que señalaba hacia la irremediable disolución del sujeto. Dentro de la pupa habitaba un sujeto metamórfico, que oscilaba infinitamente entre el gusano y la mariposa. Sigue leyendo