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Claude Lévi-Strauss, Elvis Presley, Marcel Mauss, principio de reciprocidad, regalar, regalo, regalo envenenado
por Lilliana Ramos Collado
Recuerdo haber leído hace años que, paseando Elvis Presley por una calle del downtown en Los Ángeles, se detuvo a mirar una vitrina donde se exhibía un costoso Jaguar. Estando allí de pie se acercó una chica obviamente latina, que también se detuvo a observar el hermoso automóvil deportivo, lujoso y refulgente. La chica, hablando para sí misma, dijo, “¡quién tuviera los chavos para esto!” Inmediatamente Elvis entró en el dealer de carros y en un momento salió con la llave del carro y se la puso en la mano a la chica. Le dijo, “Toma, te lo regalo”.
El evento capturó de inmediato la atención de la prensa internacional: Elvis, ya pesado y decaído, agobiado por las drogas, deformado por una enorme barriga, los ojos un poco hinchados, y su andar torpe, acababa de realizar un acto de generosidad inédito, excesivo, digno del rey del Rock & Roll: un capricho enorme, un regalo escandaloso. La pregunta huelga: ¿De qué se trata este regalo?
Regalar no es simple. No se regala por mero impulso. Lo consideramos un deber en fechas consabidas, damos un objeto, una ocasión, cuando hay que hacerlo. No pensamos mucho en el contenido o en el significado de lo dado, pues consideramos que lo importante es “la intención”, así entre comillas. Nos parece que un regalo es un regalo. Lo damos y ya, esperando sin embargo un agradecimiento instantáneo.
Ahí está el error. Este regalo apresurado y en realidad insignificante, es decir, que carece de significado para nosotras, constituye una responsabilidad ritual en una sociedad de consumo para la cual todo regalo es un “resuelve”. Este regalo impersonal, dado porque se debe dar, no es un regalo.
El regalo surge en las sociedades primitivas como un modo de hacer sociedad y de crear vínculos con los otros, crear relaciones de equidad y fortalecer las relaciones tanto entre las personas como entre los grupos. Nos dice Claude Lévi-Strauss, al explicar que el regalo encarna el «principio de reciprocidad» en la cultura, que el regalo original fue el cuerpo de la mujer: el rey de una tribu regalaba a su hija al rey de otra tribu para garantizar la paz, del mismo modo el jefe de familia regalaba a otro jefe de familia una de sus hijas para garantizar la colaboración social gracias al nacimiento de un heredero mutuo. De ahí las cientos de esposas del Rey Salomón, por ejemplo. El harén del jeque oriental tenía todo que ver con la paz de su reino antes que con una erótica del gobierno.
El regalo tenía valor sólo si circulaba. Era importante heredar la espada de un padre guerrero y llevarla con honor en la batalla, tener un collar o un brazalete dado por una persona a otra, de modo que, algún día, esta persona lo pasara pa’lante en señal de respeto o en una ceremonia especial. El regalo debía circular para ganar valor, y mientras circulaba sostenía la forma social y los respetos mutuos.
Así, en la imaginación medieval, los tres Reyes Magos trajeron regalos al niño Jesús en espera de ser reconocidos como vasallos del Rey de Reyes. Del mismo modo, el Mío Cid dio a sus vasallos una tierra y un nombre, y los vasallos le reciprocarían con su lealtad y la fuerza de su brazo. Y cuando las hijas del Cid se casaron, el rey celebró una gran fiesta donde le hizo regalos a los invitados, de modo que esa comunidad aceptara este nuevo matrimonio y la promesa de su prosperidad. Las ofrendas a los dioses buscaban armonía y buena fe de parte y parte. Se trataba de mantener el principio de reciprocidad: un regalo iba y otro venía. Igualdad, paridad, respuesta mutua. El regalo fundaba la paz.
Pero regresemos a Elvis. Un regalo que no se puede reciprocar es, según Marcel Mauss en su extraordinario libro Ensayo sobre el regalo, un “regalo envenenado”. Deja al que recibe en desventaja, crea disparidad, recordándole que no es igual que el Otro que le dio el regalo, que está subordinado a ese Otro, que está sometido a la bondad férrea de ese Otro. Envenenado fue el regalo de Elvis a la chica frente a aquella vitrina. Ella no pudo responderle, y él mantuvo —perversamente— su standing como Rey del Rock & Roll.
LiSA IVONNE (@lisa_ivonne) dijo:
Lilliana, coincido con tu nocion de reciprocidad 😉 Si bien es cierto que en esencia todo es masa y energia permutando, transformandose continuamente y circulando a su vez ya que nada se destruye. Quedamos como lo describe Jorge Drexler, en que «nada se pierde, todo se transforma»… en la direccion positiva de la entropia de las buenas vibras 😉
Por cierto, recuerdo, y con mucho gusto, tus curaciones en el MAC. Incluso, participe en uno de tus talleres sobre: «Que es arte contemporaneo?»… Que mucho aprendi, un gustazo! 🙂
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bodegonconteclado dijo:
Gracias!!! 🙂
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LiSA IVONNE (@lisa_ivonne) dijo:
Un regalo, un obsequio deberia estar libre de intenciones y justificaciones «conmemorativas», pero especialmente de expectativas de reciprocidad, pero bueno… Mi moto es: «yo no hago regalos, yo comparto, no de lo que me sobra, si no de lo que tengo…»
Aprovechando este tema, deseo hacerte una consulta. Ando buscando una recomendacion de un/a restaurador/a para serigrafias afectadas por la humedad. Si tienes alguna sugerencia, me puedes contactar a mi gmail: lisa.ruiz.cardona@gmail.com. Gracias! 😉
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bodegonconteclado dijo:
Esa es tu idea personal del regalo. Yo hablo de lo que el regalo ha significado a través de la historia de la humanidad. Algo que circula y aprecia con la circulación. Te sugiero que veas la película «Pass it forward», de eso trata. Por eso yo regalo mis propias cosas, cosas que amo, y creo en el principio de reciprocidad. De lo contrario, la incomodidad llega. Los regalos han sido un elemento ritual, y todo lo echó a perder el consumo masivo. Nunca hay desinterés en dar o recibir regalos unilateralmente. Y no hay nada malo en que haya interés. A una persona que nunca le reciprocas eventualmente dejas de darle regalos. Por ejemplo, te cansarás de siempre estar invitando gente a tu casa a comer si los invitados nunca te invitan a ti. La amistad es recíproca, igual que la confianza entre personas. El regalo es un ritual que ayuda a consolidar las relaciones. Lo veo todos los días. Por eso, en las escuelas, cuando hay intercambio de regalos, te dan un costo máximo, para que nadie regale algo excesivo que el otro niño no pueda reciprocar. El que se le ocurrió ese límite, sin saberlo, estaba haciendo lo que dicen los antropólogos: dar lo conmensurable. Con el consumo hemos dejado de recibir regalos verdaderamente significativos que guardaremos por muchos años. Esas cosas significativas hubieran debido ser los objetos a regalar, algo que has atesorado y que se ha llenado de pertinencia y afecto. Yo he optado por cocinar para mis amigos. Poco a poco mis amigos han comenzado a reciprocar del mismo modo. Y estamos siendo más felices como grupo: la reciprocidad es casi mágica: nos consolida, nos da una base firme para los afectos. Puedes dar tiempo, dar espacio, dar consejo, dar tantas cosas que cuentan tanto y que no «cuestan» tanto, y que son regalos que serán reciprocados.
Sobre un restaurador, sugiero que llames a algún museo. Se trata de un servicio costoso. Museo de Arte contemporáneo de Puerto Rico es una buena opción para llamar y preguntar.
Saludos, y gracias por leer!!! 🙂
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LiSA IVONNE (@lisa_ivonne) dijo:
Lilliana, gracias por tu sugerencia. Soy «complice» del MAC, les voy a consultar 😉
En cuanto a los regalos y a regalar, te cuento, vi «Pass it forward» y me encanto. Precisamente porque no me parecio que se trataba sobre reciprocar sino de transferir a otros un obsequio recibido («pay it forward»). No cuestiono la nocion tradicional del «regalo», pero como bien dices, solo comparto mi idea o percepcion de lo que para mi significa «hacer un obsequio». Similar a ti, como ya dije, me gusta compartir u obsequiar de lo que tengo. Reconozco que soy poco «tradicional»…
🙂
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bodegonconteclado dijo:
Por eso hablo de la circulación del regalo. Sigue siendo recíproco. El «regalo», en el proceso de los intercambios recíprocos, regresará a ti «aumentado». Quizás deberíamos volver a ser una «tribu». Podríamos discernir cuando el regalo regresa para echarlo a volar de nuevo. Por otra parte, fui curadora del MAC por muchos años, hasta 2013. Lo disfruté mucho.
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amrguitar dijo:
Hoy en día ese gesto de Elvis lo llamarían por su nombre; publicity stunt!
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bodegonconteclado dijo:
¡Exacto!
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