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por Lilliana Ramos Collado
A la hora de enfrentar una sociedad económicamente convulsa, prefiero recordar a Juan Antonio Corretjer y su bella décima «En la vida todo es ir» que tan hermosamente interpreta Joan Manuel Serrat. Decir que la necesidad es la madre de la invención es casi un insulto a la inteligencia humana pues bien sabemos que la verdadera invención nada tiene que ver con la desgracia, más bien tiene que ver todo con el cultivo constante de una mente elástica, capaz de imaginarse otra que sí misma, capaz de salirse del mero yo, capaz de dar el salto al vacío en cualquier momento.
Para esa condición de apego al riesgo constante, vale cultivarse, dar rienda suelta a la curiosidad, jugar al disfraz todos los días, salirse de sí con frecuencia, explorar el ensueño, divagar, aceptar la diversidad como condición natural de la vida, asumir responsabilidades e irresponsabilidades, y, sobre todo, abrazar la crisis.