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Chile, estudios patrimoniales, Humberstone, lieux de mémoire, memoria colectiva, Palacio de la Moneda, Rapa Nui, Sewell, UNESCO patrimonio de la humanidad, violencia institucional
por Lilliana Ramos Collado
“La menzonga non è nel discorso, è nelle cose.” —Italo Calvino, Le città invisibili

Ataque al Palacio de la Moneda, Santiago de Chile, 11 de septiembre de 1973.
0. Embocadura: hacia el “monumento”
El mundo entero parece haber sido arropado por “la ola gigantesca de la memoria”, afirman Pierre Nora y otros estudiosos en trabajos recientes: surgen nuevos vínculos entre el respeto por el pasado —sea real o imaginario— y un sentido de pertenencia, de conciencia colectiva e individual, de memoria y de identidad. Países, sectores sociales, comunidades, y grupos familiares, étnicos o de género, están replanteando su relación con el pasado.[1] Este replanteamiento, no siempre sistemático o erudito, les ha invitado a criticar las versiones oficiales de la historia [2], a recuperar áreas de la historia reprimidas [3], a reclamar emblemas del pasado confiscados o suprimidos [4], a investigar su genealogía o sus raíces [5], y a instaurar eventos conmemorativos y museos [6], guiados por el interés en la conservación de documentos y archivos [7], y por el afán creciente de buscar, seleccionar, clasificar, preservar e historiar lo que solemos llamar “patrimonio”.
Los estudios recientes proponen que memoria e identidad son construcciones hermenéuticas abocadas tanto a la recuperación, como a la invención del pasado. [8] Régis Debray nos advierte que las formas de construcción de la memoria y las formas de su transmisión impactan decisivamente sus contenidos:
«Así como heredar no es recibir (sino seleccionar, reactivar, refundir), transmitir no es transferir (una cosa de un punto a otro). Es reinventar, por lo tanto, alterar. ¿Por qué? […] El carácter substancial de la mediación es el que hace representar la transmisión como transustanciación, transmutación dinámica y no reproducción mecánica que agrega tanto como quita. Vale decir que no está por un lado la memoria y por otro el olvido: la pérdida está ligada al acto mismo de rememoración, la alteración es la otra cara de la conservación. Todo se conserva, si se quiere, y nada también; y es lo mismo.» [9]

Moai en Hanga Roa, Isla de Pascua (Chile).
No sólo la memoria y la identidad se “transustancian” gracias a su soporte o medio de transmisión. Los medios y artefactos para recordar el pasado y mantenerlo vivo nos permiten diferenciar entre o pasado y lo memorable, y comprender el papel de la memoria en la cultura, el valor asignado al pasado, cómo la memoria es clave para delinear la identidad como un continuo, y en qué medida el presente —no el pasado— es esencial en la determinación de lo memorable y de lo identitario. Cada época y cultura tienen su “monumento”, su tecnología y sus artefactos para transmitir los saberes que garantizan la subsistencia del individuo y de la comunidad como instauradora de sentido. Sigue leyendo