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por Lilliana Ramos Collado
Eduardo Lalo pondera las realidades del castigo y las ficciones de la rehabilitación; y anatomiza cuidadosamente el cuerpo del delito social.

El deseo del lápiz. Castigo, urbanismo, escritura. Texto y fotografías por Eduardo Lalo. San Juan: Editorial Tal Cual (2010).
Cuando abrimos El deseo del lápiz. Castigo, urbanismo, escritura, de Eduardo Lalo, hay cosas imposibles de olvidar: nuestra Prisión Estatal que llamamos “Oso Blanco” alude a ese “oso polar” y, por consecuencia, a la idea de la nevera carcelaria como “Fortaleza de la Soledad” de un Supermán prisionero de su propia incompatibilidad con la raza humana. Ese apartado lugar es escenario de aventuras de héroes extraños—el Dr. Victor Frankenstein, por ejemplo— cuyas gestas “solitarias” les proponen escapar de la prisión de su propio secreto. Oigan, amig@s, sólo en el polo norte Supermán no tiene que disfrazarse de Clark Kent.
Y ese lugar también nos recuerda un espacio precivilizado, y de ahí que Eduardo Lalo trate los graffiti de los presos como si fueran “arte rupestre”. Quizás su interés subyacente al fotografiar exhaustivamente estos graffiti sea referirnos a esa vida apartada, prehumana, que de muchas maneras proponen tanto la apartada Fortaleza de Superman como esta enorme prisión. “El deseo del lápiz” aprovecha esa doble mitología: la fortaleza que protege al ser excepcional, pero alienado por su diferencia; y al criminal, cuyo apartamiento en la prisión está diseñado para proteger al resto de la sociedad. Sigue leyendo