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Émile Zola, determinismo, Emilia Pardo Bazán, Garduña, Hipólito Taine, Manuel Zeno Gandía, mujer abandonada, naturalismo, novela puertorriqueña del siglo diecinueve, realismo
Lilliana Ramos Collado

Francisco Oller, «La Hacienda Buena Vista»
«Y así diciendo, dejó caer Garduña la mirada sobre el hermoso valle de Paraíso. El panorama era espléndido, digno del pincel. Veíase allá abajo, la vega; allá lejos, el mar, y allá, más remoto, un horizonte coloreado por tintas indecisas…»
Breve biographia litteraria de Manuel Zeno Gandía, del realismo al naturalismo
Cuando Manuel Zeno Gandía (1855-1930) puso punto final a su novela Garduña en 1890—pórtico de su inacabada serie de novelas titulada Crónicas de un mundo enfermo—el momento estaba maduro para consolidar una nueva estética literaria en Puerto Rico. Por una parte, su vocación médica—apuntalada en estudios profesionales en España y en Francia durante el primer lustro de la década de 1870—afincaron en él un afán científico que le llevó a publicar, desde sus años universitarios, estudios médicos sobre la higiene infantil y sobre la influencia del clima en el carácter humano. Por otra, su constante participación en actividades y asociaciones culturales en España, Puerto Rico y Nueva York, y su dinámica vida política, le proporcionaron un marco de pensamiento que fundió con fluidez la inquietud científica, el humanismo cultural y el debate ideológico. Su vena periodística, que produjo un abundante repertorio de artículos e incluso le impulsó a adquirir el periódico La Correspondencia, muestra a un individuo inmerso en las cuestiones importantes de su momento histórico, social y político, e interesado en ponderar estas cuestiones con conocimiento y profundidad. Su obra rica y variada—que toca todos los géneros literarios en boga en su tiempo, así como el ensayo científico, político y social—da plena cuenta de un escritor que abrazó cabalmente su coyuntura histórica y que se ocupó de explorarla desde diversos ángulos y ante públicos diversos.
Los viajes y las estadías de Zeno en Europa durante la primera mitad de su vida fueron claves en el desarrollo y la maduración de sus talentos como escritor crítico de su tiempo. Su estadía en Madrid (1871-1875) para cursar estudios de medicina coincidió con la consolidación de la estética realista en España, y algunos narradores que despuntarían en el género narrativo—Benito Pérez Galdós y Juan Valera, por ejemplo—ya daban a la luz sus primeras obras[1]. En su inmediatamente posterior estadía en Francia para realizar su práctica de medicina, Zeno coincidió con el revuelo que despertaron los primeros volúmenes de la larga serie de novelas de Émile Zola, Les Rougon-Macquart. Histoire naturelle et sociale d’une famille sous le second empire. En 1873 se había presentado en París la versión teatral de Thérèse Raquin, originalmente publicada en 1867, cuyo prólogo establecía las funciones sociales del género novelesco dentro de los parámetros del Naturalismo, propuesta programática que ganaba más adeptos cada día en Europa, y que se fundamentaba en una mirada social orientada desde la observación científica del entorno inmediato.[2] Sigue leyendo