por Lilliana Ramos-Collado
Ann Hamilton, representante de los Estados Unidos a la Bienal de Venecia en 1999, es una artista visual aclamada internacionalmente por el impacto sensorial de sus instalaciones. Al recurrir al tiempo como proceso y material de trabajo, sus modos de hacer le permiten invocar espacios, voces colectivas perdidas, comunidades pasadas y trabajo actual. Conocida por una densa acumulación de materiales, sus trabajos, que responden siempre al lugar donde se ubican, crean experiencias de inmersión y responden de forma poética a la presencia arquitectónica y a la historia social de los emplazamientos de sus obras. La génesis de sus instalaciones se proyecta desde la mano y la boca. Su interés por la enunciación de sonidos o la formación de las palabras mediante el uso de la mano colocan el lenguaje y el texto en el centro táctil y metafórico de sus instalaciones. Entrar en la zona liminal de sus instalaciones es sentirse convocado a la vez por capacidades de comprensión sensoriales y lingüísticas que construyen nuestras facultades de la memoria, la razón y la imaginación. Altamente participativas, sus instalaciones invitan a recorrer con la mano, a emitir sonidos y asumir una relación visceral con las obras. Sus instalaciones, comisionadas año tras año por individuos e instituciones de arte a través de todo el mundo, son producto del trabajo colaborativo con arquitectos, compositores, coreógrafos y artesanos de toda índole. Sigue leyendo