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arte de la instalación, Artemidoro de Daladis, Javier Román Nieves, La Gran Maiami, La interpretación de los sueños, Marcel Duchamp El Gran Vidrio, Museo de Arte Contemporáneo de Puerto Rico, Sigmund Freud
El arte es siempre ‘the last frontier’, para parafrasear la famosa frase del Capitán Picard, y lo es, no de las modas artísticas que vienen y van, atropelladamente y no siempre con verdadera novedad, sino de la capacidad humana de interpretar, de replantear, de inventar.
por Lilliana Ramos Collado
“Si alguien sueña que ha encontrado un tesoro de modestas proporciones, esto significa que sus penas serán menos graves; en cambio, encontrar un tesoro particularmente rico vaticina tristezas, problemas, y, con frecuencia, la muerte, ya que un tesoro no es posible hallarlo sino cavando en la tierra, de la misma forma en que se entierra a los muertos”
—Artemidoro de Daldis, Oneirocritica, Libro II, ¶ 59
Dos momentos auspiciosos han tenido los sueños en Occidente. Hace 18 siglos, Artemidoro de Daldis, un genial mago de feria, dedicó gran parte de su vida a la redacción de su Oneirocrítica, o La interpretación de los sueños. Luego, hace apenas 110 años, Sigmund Freud, ávido lector de Artemidoro, replanteó el antiguo texto griego en su Interpretación de los sueños. La únicas dos diferencias significativas entre estas dos obras son las siguientes: Artemidoro creía que los sueños predecían el futuro, y basó su detallada teoría de los sueños en el análisis de “sueños exitosos”, es decir, los buenos sueños que se habían convertido en realidad. Freud basó su texto en la intuición de que los sueños nos hablan de hitos traumáticos de nuestro pasado, y que su análisis debía alumbrar la solución de un conflicto psíquico de infancia.
Además, Artemidoro entendía que todos los sueños se fundamentan en un deseo de poder, representado por la ganancia y a la moneda. Para Freud, ese poder diseminado en el deseo del sujeto soñante es la libido, el deseo afectivo, igualmente poderoso. Ambos fundamentan el “trabajo del sueño” en la metáfora, es decir, en la necesidad de entender que el sueño se expresa en un lenguaje “figurado” que el intérprete de sueños —el mago de feria, el psicoanalista— debe descifrar, y por eso la importancia de desarrollar la capacidad hermenéutica del intérprete dotándole de herramientas ciertas y precisas, y de buenos ejemplos de análisis.
Traigo a colación estos dos pilares de la interpretación de los sueños precisamente por la forma en que la erótica y la moneda se funden en un enriquecimiento del sentido en La Gran Maiami, o La novia puesta al sol por sus Papitos, gozando, instalación/performance de Javier Román Nieves que forma parte de sus Diagramas maquínicos, obra presentada en el Museo de Arte Contemporáneo de Puerto Rico en su primer Taller Vivo de mayo a junio de 2010, y luego en diversas ocasiones en otras exhibiciones en el MAC, luego de que el artista donara su obra a este museo. La Gran Maiami de Román suspende la diferencia entre moneda y amor en el contexto de una sagaz reinterpretación del Gran Vidrio de Marcel Duchamp. Sigue leyendo