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Checoslovaquia, exilio y destierro, Giorgio di Chirico, Homero, La ignorancia Kundera, Lilliana Ramos Collado, memoria, memoria colectiva, Milan Kundera, Odisea
por Lilliana Ramos Collado
“Y nuestros gestos imbéciles y locos para hacer revivir la salpicadura del oro de los instantes favorecidos, el cordón umbilical restituido a su frágil esplendor, el pan, el vino de la complicidad, la sangre de los esponsales verídicos.”
—Aimé Cesaire. Cuaderno de retorno al país natal
Casi al comienzo de su Teogonía, Hesíodo enumera los nombres y los atributos de cada una de las nueve Musas y nos advierte cuán importante para la labor del gobernante es el don de una de ellas, Calíope, diosa de la épica:
«Esta es la más importante de todas, pues ella asiste a los venerables reyes. Al que honran las hijas del poderoso Zeus, y le miran al nacer, de los reyes vástagos de Zeus, a éste le derraman sobre la lengua una dulce gota de miel y de su boca fluyen melifluas palabras. Todos fijan en él su mirada cuando interpreta las leyes divinas con rectas sentencias y él con firmes palabras en un momento resuelve sabiamente un pleito por grande que sea. Pues aquí radica el que los reyes sean sabios, en que hacen cumplir en el ágora los actos de reparación a favor de gente agraviada fácilmente, con persuasivas y complacientes palabras. Y cuando se dirige al tribunal, como a un dios le propician con dulce respeto y él brilla en medio del vulgo. ¡Tan sagrado es el don de las Musas para los hombres! […] ¡Dichoso aquel de quien se prendan las Musas! Dulce le brota la voz de la boca. Pues si alguien, víctima de una desgracia, con el alma recién desgarrada se consume afligido en su corazón, luego que un aedo servidor de las Musas cante las gestas de los antiguos y ensalce a los felices dioses que habitan el Olimpo, al punto se olvida aquel de sus penas y ya no recuerda ninguna desgracia. ¡Rápidamente cambian el ánimo los regalos de las diosas! ¡Salud, hijas de Zeus! Otorgadme el hechizo de vuestro canto!» [Teogonía, vv. 81-94] Sigue leyendo