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David LaChapelle, «Amanda Lepore», una de las trans-sexuales más documentadas por la ciencia médica y a quien LaChapelle considera su «musa». Para ver las imágenes en tamaño completo pulsa el cursor sobre ellas.
No dejo nada al azar. Es importante manejar la situación de modo que haya fluidez entre el modelo y yo. El modelo tiene que dejarse ir, le tiene que gustar la situación de ser retratado. Puede no haber simpatía, pero tiene que haber afinidad suficiente como para que el modelo quiera mostrarse como quiere ser visto. — David LaChapelle
por Lilliana Ramos Collado
La voluntad de retratar
El propósito principal del “retrato” es conservar el cuerpo humano en su imagen. Más aún, preservar la presencia del ausente. Si bien —como nos recuerda Pierre Francastel en su libro sobre el tema— es imposible asegurar la semejanza si el modelo está ausente, lo cierto es que el retrato está dirigido a preservar esa semejanza, y es el gesto mismo de retratar el que nos da la confianza íntima de que esa semejanza existe o ha existido. Por eso, asociamos el retrato —pintado, fotografiado— como prueba de identidad, como lugar identidad, como depósito del “fantasma”[1] del ausente.
Por su parte, la antropología registra el constante gesto cultural de impedir la reproducción del cuerpo —y del rostro como sinécdoque del cuerpo— precisamente para que el retratista no se lleve consigo el alma del sujeto retratado. Así, esta transubstanciación del semblante en su semejante atesora una insalvable paradoja: intima que la hechura artificial o “retrato” promete el hurto del alma, y por otro lado asegura que el sujeto, gracias al retrato, seguirá acá, entre los vivos. Quizás debido a esta paradoja, la representación del rostro constituye una trampa para un artista: ¿Será ladrón de almas o dador de eternidad? Es éste el dilema que David LaChapelle ha enfrentado en fotografías de gran formato que buscan fabricar/confirmar la celebridad, es decir, “exaltar” un sujeto está, o merece estar, en la cima del reconocimiento público. Mientras destaca un rostro de entre la multitud, irónicamente afirma la evanescencia de la fama y la necesidad de su constante reinvención o de su preservación mediante el acto de retratar. Retratar devela, pues, la paradoja de la celebridad. Sigue leyendo