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aurora, Culebra, exilio, isla, Juan Ramón Jiménez, María Zambrano, Puerto Rico, Vieques
Una isla es para la imaginación siempre una promesa.
—María Zambrano,
Isla de Puerto Rico
por Lilliana Ramos Collado
Entre 1939 y 1943, en su proceso de exilio, María Zambrano había ya visitado París, punto de su salida de Europa, con paradas posteriores en México y La Habana. En 1943, vivía en Puerto Rico esperanzada en mantener una cátedra en nuestra Universidad, sita en Río Piedras. Y vivía además la idea de una Isla de Puerto Rico —título de un breve opúsculo que escribió aquí, en nuestra isla— como quien habita una de las metáforas fundantes del concepto occidental de felicidad: la isla afortunada.
… Una isla es para la imaginación siempre una promesa… aparecen como aquello que responde al ensueño que ha mantenido en pie un esfuerzo duro y prolongado; como la compensación esperada más allá de la justicia, donde la gracia juega su papel…. graciosa donación… residuo de algo, el rastro de un mundo mejor, de una perdida inocencia; la sede de algo incorruptible que queda ahí para que algunos afortunados lo descubran… [El] testimonio … de que la criatura humana ha sido alguna vez más pura… más verdadera; de que siendo más “sí mismo” ha estado en viviente comunidad con la naturaleza. … De la isla siempre se espera el prodigio… de la vida acordada en una armonía perdida… de una edad en que ninguna palabra había sido prostituída… Y de ahí que la isla sea siempre evasión, lugar donde queremos recluirnos cuando el espectáculo del mundo en torno amenaza borrar toda imagen de nobleza humana; cuando nos sentimos próximos a la asfixia por falta de belleza y sobra de podredumbre de todas clases. Entonces —¿quién no alguna vez?— suspiramos por una isla… la fuerza de la realidad junto a la pureza de lo soñado.
Situada justo en el borde del mundo conocido, la isla afortunada de leyenda es un más allá espléndido, feliz, que, creo yo, traza el contorno metafórico del pensamiento auroral de Zambrano. Odiseo, ese viajero homérico forzado igualmente por la guerra a estar lejos de su patria, también lo sabía: las islas se encuentran, mecidas por el mar, siempre y exactamente en el lugar de la aurora. El propio Juan Ramón Jiménez, en su bello manuscrito titulado Isla de la simpatía, fundió en un solo gesto, para describir nuestro país, aurora e isla:
La mañana con su sol horizontal me despierta. Salgo en el acto a ver la luz de Puerto Rico, esa luz nueva de un sol viejo que nadie ha pisado todavía en la yerba del campo. Mis flores están de todo su color de aurora.
Como si la intuición presciente, al pie del alba, fuera el punto de partida de cada gesto vital, expresada con rotunda redundancia en esta mítica conjunción. Zambrano se instala así en una antiquísima tradición de islas mañaneras, con toda su pesantez simbólica. Y nuestro rico puerto isleño probablemente cobra para ella la solidez esplendente, proustiana, de los topónimos: Puerto Rico no es simplemente un nombre: es la descripción del lugar de arribo del exiliado deseoso. Zambrano reconoce el buen auspicio que lleva consigo el nombre “Puerto Rico”, y amarra a él esa promesa, la reminiscencia vestigial de los orígenes inocentes, y la idea del prodigio y la buena y feliz fortuna que nos toca en gracia: se trata de “una graciosa donación” que, como nos recuerda Agamben, nada tiene que ver con el “merecimiento”. Zambrano aprovecha su experiencia isleña en Puerto Rico para reflexionar sobre su exilio —la huída, quizás— de un continente en guerra, así como las condiciones que pueden permitir que el exilio devenga un concepto mayor, sumado a esa “evasión” que la isla trae a cuento.
La forma “mundo mejor” o “vida mejor” —categoría de una vida en pura nostalgia— serviría entre otras cosas, para encontrar en cada momento histórico sus fallas originales; para dibujar según lo que en ella se haya depositado, aquello de que ha carecido más y por lo mismo aquello que constituye esencia de una época… el contorno de sus nostalgias… Pues lo que entendemos por “mundo mejor”, es el resultado de una selección… de nuestras miserias y faltas… Las islas han jugado siempre un gran papel en esto del mundo mejor… Estas islas. ¿esta isla de Puerto Rico? La nostalgia que ante ella se dispara, ¿de qué es? Toda nostalgia cuando se dirige a algo se transforma en esperanza. ¿Qué nos hace esperar?
Amigos, ¿por qué nosotros los puertorriqueños, isleños al fin, no nos sentimos afortunados de serlo, de estar aquí, mecidos por el mar, rodeados de mar, abrazados por el mar? Amemos nuestras islas: Puerto Rico, Vieques, Culebra… Sepamos bien que somos muy afortunados.