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En cada una de sus manifestaciones, la obra de Nayda Collazo-Lloréns demuestra un dominio del amplio repertorio formal y temático del arte conceptual, mediante el cual empuja hacia el límite la expresividad de las materias, de las formas y de los medios a su haber.

La artista conceptual puertorriqueña Nayda Collazo-Lloréns dentro del espacio de la instalación «Reverberación», Taller DocMac, Museo de Arte Contemporáneo de Puerto Rico, verano de 2010.

Por Lilliana Ramos Collado

Durante el verano de 2010, la artista conceptual puertorriqueña Nayda Collazo-Lloréns presentó, en el Museo de Arte Contemporáneo de Puerto Rico (MAC), la instalación  de vídeo titulada Reverberación, bajo la curaduría de Carmen Oquendo Villar. Valió la pena asomarse a la obra de esta artista extraordinaria cuyo arte conceptual se ha estado desarrollando desde muy joven. Collazo-Lloréns ha desplegado lo que yo llamaría un «talento inteligente» en diferentes géneros del arte contemporáneo, no sólo la obra sobre lienzo o papel, sino la intervención en el espacio público, el arte público-arquitectónico, el vídeo y la instalación.

En cada una de sus manifestaciones, la obra de Collazo-Lloréns demuestra un dominio del amplio repertorio formal y temático del arte conceptual, mediante el cual empuja hacia el límite la expresividad de las materias, de las formas y de los medios a su haber. La artista se enfoca en lo que hace siglos los filósofos llamaban inventio: la manera de combinar lo existente para crear nuevos significados. La inventio, al reordenar el mundo, logra un cometido doble: crear lo nuevo mientras se hace referencia directa a la creación anterior. Se trata de una práctica artística que comenta los nuevos modos de hacer mediante el descoyuntamiento y replanteamiento de los «viejos» modos. El referente se asoma, recontextualizado, para redefinir la escena del arte, sus materias y la práctica misma de su hechura. Todo abocado a lo que Jacques Rancière llama, aptamente, «nuevos paisajes de lo sensible». Para asomarte a los trabajos de esta artista, pulsa aquí: http://www.naydacollazollorens.com .

Reverberación, la intervención que Collazo-Lloréns llevó a cabo en el MAC durante el Taller Vivo DocMac fraguado por la curadora Carmen Oquendo Villar se enfocó en el desarrollo de una teoría del objeto/intervención del arte, esta vez en el museo mismo: el desafío del objeto en favor de aspecto aparicional, precario, efímero y fortuito de la obra de arte.

Con motivo de la residencia artística de Nayda Collazo-Lloréns en el Taller Vivo DocMac, tuve la oportunidad de entrevistar a la artista el lunes 2 de agosto. Conversamos de muchos aspectos de su carrera artística mientras entraban visitantes y curiosos a ver cómo progresaba la obra Reverberación. Lo que sigue es un extracto de nuestra amena conversación.

Lilliana: Hablemos del umbral, de ese sitio bifronte que te permite saber cuándo pasaste al otro lado, cuándo saltaste de una vida cotidiana a una vida de imaginación y de creación artística, en que respondiste al llamado, a la vocación…

Nayda: Te va a sonar trillado, pero yo fui de las niñitas que estaba cogiendo arte en La Liga [de Arte de San Juan] desde los cinco años, donde estudié con gente como Sobrino cuando era jovencito. Me fascinaba. Y por ahí seguí. Creo que consideré otra profesión por quince minutos, y se acabó. En realidad nunca me planteé que había otra posibilidad. Estudié diseño gráfico, grabado… pero entonces no había la pluralidad que hay ahora. En mi familia hay mucho talento: un abuelo escritor, mi papá y mi hermano dibujan precioso… siempre hubo algo de eso.

Lilliana: ¿Cómo tomaste la decisión de estudiar arte formalmente?

«Reverberación» fue un Taller Vivo durante diseño y montaje el público podía entrar y ser testigo del proceso de trabajo de la artista. En la foto, la artista va creando las relaciones entre los distintos vídeos que se alternarán en la secuencia de monitores y en las proyecciones de pared.

Nayda: Me fui a los Estados Unidos porque nadie me orientó sobre lo que se podía estudiar aquí. Pero desde que estaba en la escuela superior me interesaba la tecnología. Tuve mi Commodore 64, la Apple para hacer dibujos y figuritas en animación… en programación Basic. Originalmente pensé estudiar algo que tuviera que ver con gráfica en computadora y eso me hizo pensar en irme fuera. Caí en Boston por casualidad, mi hermana vivía allí, y en Boston estaba Massart, la única escuela pública de arte en los Estados Unidos… Estuve allá cuatro años, terminando el bachillerato, regresé a Puerto Rico e hice mi carrera en la Galería Raíces. Luego de trabajar Evidencia, (1999, parte de la colección permanente del Museo de Arte contemporáneo de PR) me di cuenta de que mi obra había dado un giro, el trabajo en vídeo y proyecciones, y me di cuenta de que debía hacer otras cosas. Decidí hacer una maestría en arte que fuera interdisciplinaria, y me fui a NYU.

Lilliana: Cuando exploras los medios de expresión… ¿qué te ofrece la tecnología?

Nayda: La tecnología me da lo intangible. Me ofrece lo que puede estar en la mente, lo que puede estar dentro, lo que puede ser una la memoria, lo que puede ser una fantasía que no existe y que no quiero que sea concreta, y que no quiero se pueda tocar, sino que está en movimiento y te la perdiste. Otros medios no me ofrecen eso. Lo que me interesa no es el tiempo, ni la relación del video con el tiempo, sino el elemento de la luz y lo efímero de la proyección. Prefiero la proyección porque un monitor es, al fin y al cabo, algo que puedes tocar… algo que se relaciona con cosas que tienes en la casa, como televisores… Cuando uso monitores, trato de evitar esa asociación, o colocarlos en la oscuridad, donde no se vean como tales. El video me ofrece esa memoria. Puedo hablar a nivel simbólico, a nivel de contenido, a nivel de contexto. Me ofrece también lo fenomenológico, de una manera más compleja…

Lilliana: Yo no asocio la experiencia del video con “lo fenomenológico”. ¿Puedes explicar un poco más?

Nayda: Trabajo lo fenomenológico cuando trabajo la instalación, cuando trabajo con el espacio. La instalación me permite trabajar con el espacio físico de la audiencia, y también con el espacio mental… Y me permite manipular la experiencia de modos que no ofrecen otros medios. Obligo a la gente a navegar mi espacio… No veo esto como tecnología, ni como algo “innovador”, porque eso dejó de serlo hace décadas…

Lilliana: El reto de la instalación es cómo interpelar ese sensorio, cómo capturar sentidos “inusuales” que no tienen su propio órgano, como la vista o el oído… el sentido de movimiento, de aceleración, de temperatura, de altura, de inclinación… sentidos que no tienen su propio órgano (la mirada tiene al ojo, y el olfato tiene a la nariz, etc.), pues casi nadie les hace caso… Me parece ver una asociación entre tu interpelación a esos otros «sentidos-sin-órgano» y tu interés por lo geográfico, por el viaje, por los archivos que funcionan como ambientes… Como si impusieras un nuevo espacio sobre el espacio de la galería o del museo… Usas la tecnología para provocar desorientación-reorientación en tus espacios… Espacios inexplicables precisamente porque los explicas demasiado, hasta el desconcierto…

Nayda: Cuando estoy trabajando con algo que me sale del alma, ese es mi espacio, mi cuento, mi marca. Cuando estoy trabajando con el vídeo, es mi pieza. Cuando estoy trabajando con el espacio, con la instalación, con la arquitectura, con sonido, estoy totalmente pensando en la audiencia.

Lilliana: Me interesa lo que la tecnología vehicula en su impacto fenomenológico. Si nuestro cuerpo es nuestra manera de estar en el mundo, como una brújula, me interesa cómo tú, al impactar el sensorio, afectas el espacio que el cuerpo mismo determina con su “estar ahí”. ¿Cómo tú ves la relación entre tu obra y el visitante? Porque una cosa es tu lugar como artista, y tus experiencias, y otra cosa es lo que puedes suscitar en el visitante, que no tiene tus experiencias ni tus memorias…

Nayda: El espectador está totalmente presente en mis instalaciones. Qué va a mirar primero el espectador, cómo puedo cambiar eso, cómo dislocarlo, es totalmente problem-solving, y eso me gusta. De momento estoy trabajando con tres, cuatro, cinco dimensiones, y trabajando de otra manera para alguien más. Interviniendo la presencia de alguien. Queriendo hacer algo con esa persona, que vea algo de manera distinta o que experimente algo de una manera en que no lo había hecho antes… aunque no lo pueda verbalizar, igual puede provocar otras cosas, otras memorias, otros momentos, otras visuales.

Lilliana: Tu Reverberación, parte del Taller DocMac que estás trabajando ahora mismo, ¿tú consideras que es una instalación?

Nayda: Ya veremos. Porque aquí están pasando varias cosas, van a pasar intervenciones en distintos espacios, como originalmente propuse, casi como gestos, algo que no se supone que esté ahí y de momento está… algo inesperado que te encontraste y eso son intervenciones, no instalaciones. Lo que habrá en esta sala será una instalación interactiva en que el auditorio interrumpa, tape el proyector… tu presencia misma está nublando la proyección, está creando otra cosa… eso sí lo veo como instalación. La pieza no puede estar ni existir sin el público dentro.

Lilliana: Me llama mucho la atención la constante referencia a la geografía en tu obra… mapas, topografías, archivos de muestras de un lugar… Pensando en Evidencia, que usa dos sistemas de archivo: la colección de materias, y el recuento en la base de “datos” que recoge lo lírico, el sueño, variantes de la imaginación, y todo esto relacionado con tu proceso de andadura, de reconocimiento de una geografía específica que deseas documentar

Nayda: Cuando hablo de los archivos, cuando hablo de los laberintos, ya sea en mi obra sobre tela —que son como mapas y laberintos—, al igual que cuando trabajo mapas en las instalaciones murales, hablo de la navegación y del juego, sobre todo de la navegación, y ese interés está en toda mi obra. Lo veo en el medio que sea, el hecho de que tienes que ir de un punto a otro y que tienes que seguir andando…

Lilliana: Como decía Federico García Lorca, “Vamos a no llegar… pero vamos a ir”…

Nayda: Eso me interesa. Lo puedo atar con mi experiencia de vida, con mis movimientos geográficos, con mi trabajo con el idioma, esa mescolanza, ese aquí y allá, la mezcla del medio y de lo real, la mezcla de lo virtual y lo real, de estar en montones de sitios a la vez… La tecnología nos permite eso. Pero la propia mente también: estoy aquí hablando contigo, suena un ruido, y mi mente se conecta con otro lugar… Esa pluralidad la tenemos todo el tiempo. Se trata de la percepción, de atar cuál sentido con cuál memoria… Me interesa explorar esa percepción humana en mi obra. Cómo yo puedo provocar esa percepción en las personas… Considero que los hyperlinks son olores, sonidos, palabras…más que memorias… Son flechas que conectan. Me gusta crear el lugar donde todo se une y donde todo se cruza.

Lilliana: ¿Por qué mencionas el laberinto?

Nayda: Porque no puedo evitar mencionarlo. La referencia está en mis telas, en los mapas que estoy trabajando. Pero no se trata de que esté yo perdida en el laberinto o de que alguien se pierda en el laberinto, sino que me refiero al laberinto como algo navegable, con distintas opciones y distintos caminos.

Lilliana: Tradicionalmente, el laberinto es un espacio disfórico, de gran ansiedad, en cuyo centro está la bestia, un espacio del cual sólo los héroes pueden regresar… En tus telas veo ese planteamiento, pero en tus obras geográficas, y en esas donde hay una prestidigitación con las vitrinas, hay un guiño en la obra que te deja participar de una sabiduría relacionada con un espacio del juego, lugar que uno puede abandonar en cualquier momento: jugar al laberinto, y se trata de estímulos tecnológicos… ¿Cómo escoges el medio?

Nayda: Ahí es que tú ves lo que hace cada medio. Mi obra en tela no es lo mismo que mi obra en dibujo —aunque las telas las considero dibujos y hago obras sobre papel que parecen telas—. La primera obra en la cual trabajé un tipo de mapa fue para la exhibición Configuraciones en la Galería Raíces. Quise pensar en el espacio de la galería como un contenedor del juego, y fue la primera vez que pensé en el espacio como conectado a otros espacios que se trabajaron como una totalidad. Mapas, monitores… necesitaba algo que conectara todo eso, y empecé a trabajar con los tapes de colores. Trabajé el mural por primera vez, cables eléctricos como continuidad de la línea de dibujo, y el tape… y ahí tenía un propósito de diseño museográfico, pero empecé a ver cómo podía trabajar esto como un mapa. Y he seguido trabajando el espacio de esa forma. Siempre pienso en mi área geográfica, y por eso pienso siempre en el Triángulo de las Bermudas, como chiste, como mi lugar, como espacio mítico… he hecho todo tipo de cambios al triángulo. El triángulo me ha servido como un eje. Trabajé estas referencias geográficas con cuerpos y en términos sexuales, y luego lo comencé a trabajar con los mapas.

Lilliana: Qué curioso, Nayda… es mediante la triangulación que nosotros encontramos nuestro lugar en el mundo, que podemos enfocar lo que miramos… Es también interesante, Nayda, como tú trabajas con lo que Giorgio Agamben llama “aparato”, esos sistemas externos que regulan nuestras conductas, como los mapas, como los itinerarios, como el lenguaje mismo, que es el aparato más antiguo. Tradicionalmente en el arte, el uso del lenguaje, del texto, en una obra, echa a perder la mímesis, la perspectiva, por ejemplo. Tú usas el texto de muchas maneras en tu obra. ¿Podrías hablar un poco sobre eso?

El entramado laberíntico de cablería era parte esencial de la instalación titulada «Reverberación».

Nayda: Yo empecé trabajando con mi voz. Pero eso era un cuento. Pero me decidí por el texto escrito. Lo que busco saber es lo que la gente hace cuando está leyendo. Me atrajo en términos de lo que eso podía producir en cuanto a la manipulación del observador. En mis obras ves anotaciones que de cierta manera revelan mi proceso de pensamiento. Y, claro, algo que me interesaba mucho era la cuestión de la identidad de los dos idiomas. Y me pregunto qué es lo que me hace hacer el switch. Por ejemplo, lo básico es que lo personal está en español y lo institucional está en inglés, y ahí yo comienzo a manipular para que eso no se haga tan obvio. En mi obra está el español, el spanglish, todas estas palabras tecnológicas, y lo que más me encanta: la manipulación, la abreviación, los juegos visuales, la parte postalfabética del uso del texto, y las limitaciones de todos estos nuevos aparatitos, con sus text messages, los chats, todo lo que los aparatos de comunicación han hecho para alterar el idioma, es algo súper creativo. Y estoy trabajando mucho en eso ahora, lo análogo y lo digital y el espacio donde se unen. Es lo que trabajo en la obra ESCaperucita & The Flying Hood, que presenté en la Bienal de La Habana en 2009: el “toquetextéame”, o la imposibilidad de una cosa y de la otra. Hay muchos momentos de desencuentro y muchos momentos de humor. Combinar cosas que a lo mejor no combinan, a mí me combinan fabulosamente.

Lilliana: La necesidad del texto escrito siempre implica ausencia. Se escribe para el que no está o porque alguien no está. O para cuando ya yo no esté. La escritura es una huella… Es la escritura lo que nos posibilita separarnos de nuestros enunciados. Empezaste hablando —“the artist is present”— y terminaste escribiendo —“the artist is absent”— y eso es interesante por dos cosas: el habla ocurre en el tiempo… Y la escritura, al ser trazo, es espacial. Si usas texto escrito en la televisión, que corre temporalmente, la escritura detiene ese tiempo porque, si no, no puedes leer lo que allí dice. Tú inviertes los papeles, desafiando el propio archivo de la escritura. Por otra parte, la escritura es una abstracción radical del objeto. ¿Qué te ofrece el lenguaje?

Nayda: Mi obra comenzó bien introspectiva, con autoretratos… pero de momento me aburrí de mis sentimientos, de mis pensamientos. Prefiero crear estas múltiples narrativas y estos múltiples fragmentos. Lo que el texto me ofrece es la marca. Hay una relación entre mis abstractos y mis textos porque la experiencia del espectador es similar. Por ejemplo, mis telas hay que leerlas. O con el escáning, no hay un punto focal, tienes que moverte para comprender. Busco la marca no objetiva y los textos por esa misma razón. Pero considero el texto, no como abstracción, sino como una marca directa al espectador, de algo reconocible, de un mensaje. Me atrae que de momento un texto, un mensaje, llegue a tu cara como otra cosa. Me gusta eso que el texto me da. No soy así, on your face, con mi trabajo de video. Pero con el texto sí: quiero que el espectador me atienda.

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Nayda Collazo-Llorens, nacida en San Juan, Puerto Rico, es una artista visual multidisciplinaria que trabaja e incorpora diversos medios y estrategias. Algunos de sus proyectos recientes incluyenDis/connect, su cuarta exhibición individual con LMAKprojects, New York, NY, 2014;  Stranger Land, proyecto público temporero en el Arcus Center for Social Justice Leadership, Kalamazoo, MI, 2014-15; Pleasure, Fear and the Pursuit of Happiness, intervención textual en el Miami Beach Botanical Garden y el Bass Museum of Art, Miami Beach, FL, 2013;  An Exercise in Numbness and Other Tales, exhibición individual en el Richmond Center for Visual Arts, Kalamazoo, MI, 2012;  Across Doom Hopes the Guiding Fever, exhibición individual con LMAKprojects, New York, NY, 2012; Revolú*tion, intervención textual en la fachada de la capilla del Antiguo Arsenal de la Marina en San Juan que formó parte de la 3ra Trienal Poligráfica, San Juan, PR, 2012;  y Reverb, instalación de múltiples canales de video en el Museo Universitario del Chopo, en la Ciudad de Mexico, 2012. Algunos proyectos anteriores incluyen la instalación in-situ titulada Reverberación, en el Museo de Arte Contemporáneo, San Juan, PR, 2010; ESCaperucita & Little Flying Hood, proyecto multidisciplinario producido para la 10ma Bienal de la Habana, Habana, Cuba, 2009;  y Unfolding the Triangle, una serie de instalaciones in-situ que comenzara en el Mattress Factory, Pittsburgh, PA, 2009-10.  Collazo-Llorens obtuvo un MFA de New York University y un BFA del Massachusetts College of Art.  Recibió una beca de la Fundación Pollock-Krasner en el 2012 y una beca de investigación del Arcus Center for Social Justice Leadership en el 2014.  Su obra ha sido reseñada en The New York Times, Art Net, Art US, Art Nexus, Art News, Arte al Día International, BOMBlog, y Newcity, entre otros.  Su obra es representada por LMAKprojects, New York. [Tomado de la página web de Nayda Collazo-Lloréns]


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