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por Lilliana Ramos ColladoPortadas Arte

Durante los últimos meses he tenido la ocasión de leer una cantidad enorme de libros sobre historia, teoría y crítica de arte. Les presento aquí reseñas breves de cuatro libros recientes que me han parecido especialmente pertinentes a nuestro medio artístico. Espero las disfruten.

¿Qué es una obra de arte?

ESTÉTICA DE LABORATORIO. Eduardo Laddaga. Buenos Aires: Adriana Hidalgo editora (2010).

ESTÉTICA DE LABORATORIO. Reinaldo Laddaga. Buenos Aires: Adriana Hidalgo editora (2010).

Ya en su Estética de emergencia (2006), Laddaga proponía una forma irreverente de observar la creación artística. En su nuevo libro, examina los procesos del arte para ocuparse de lo que ahora llama “estéticas de laboratorio” que son comunes a las diversas prácticas artísticas (literatura, artes plásticas, cine, música, performance, instalación, arquitectura…). Obra abierta (1962), el escandaloso libro de Umberto Eco también buscaba vínculos entre la creciente diversidad entre prácticas creativas. Sus similitudes demarcan el arte contemporáneo.

Eco y Laddaga detectan una la “estética” común a la diversidad de prácticas, y un común denominador entre ellas: lo procesal, lo inacabado, que allá Eco llamó “apertura”, y acá Laddaga llama “laboratorio”. Como Eco, Laddaga atiende la construcción de “dispositivos donde el placer o la verdad emerjan de operaciones de producción y observación” en el taller, ese lugar donde todo es tentativo, experimental, sujeto a una cuidadosa observación.

Las consecuencias de una estética inacabada del “taller” son anticipables: el artista asume un proceso, no un fin; la obra son los apuntes sobre una metamorfosis que nunca alcanzará el estado cerrado de una obra terminada; la obra se manifiesta como una ecología cuya estructura cambiará según se reconfiguren el signo, el aspecto o la función de sus elementos. Así, un sistema (la “obra”) existirá en una secuencia de estados, ninguno final o permanente, para incluir su futuridad.

Que los últimos 40 años del arte sean vistos casi de igual forma por Eco y Laddaga sugiere que quizás sea hora de escuchar esta inteligente cantaleta…

[Reseña publicada el 5 de enero de 2014 en El Nuevo Día.]

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La línea: un placer en sí

The Pleasure in Drawing. Jean-Luc Nancy. New York: Fordham U Press (2013).

The Pleasure in Drawing. Jean-Luc Nancy. New York: Fordham U Press (2013).

Directo al plato: Nancy es mi teórico del arte favorito. Sus ensayos sobre las musas, su tratamiento de la violencia en la obra de arte, la búsqueda del sentido en lo que él llama “el fondo de la imagen”, su incursión en el mundo del sonido y del acto de escuchar, su asedio al espacio arquitectónico, sus intuiciones sobre la relación entre el arte y la literatura… somos afortunados: muchas de sus obras más importantes han sido traducidas al inglés y al español.

Su más reciente entrega —The Pleasure in Drawing— va hacia la línea: ejercicio espiritualizante por excelencia, la línea es el acto más rancio de la abstracción. La línea desnuda el objeto para convertirlo en forma, achata lo real para trabajar sus bordes, asedia los límites, las fronteras, pues ellos fundan los mundos y las cosas.

Para ello, Nancy nos lleva de la mano por un desconcertante paseo a través de los conceptos de forma, idea, fuerza formativa, el placer de dibujar, la forma conformante, el yo que va hacia el yo, el añoñamiento del yo, el placer del gesto, el dibujo y el diseño (o “designio”), la imitación, el placer de trabar relaciones, lo que tienen de invisible la muerte, el amor y la sexualidad, los placeres de la ambigüedad, la testarudez del testarudo y la línea del deseo.

“La línea que divide y traza una forma es como la flecha disparada por el arco,” dice Nancy. Es ésa la línea del deseo. Con ella, traemos el mundo hacia nosotros.

[Reseña publicada el 1 de septiembre de 2013 en El Nuevo Día.]

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Uno para todos…

The One and the Many. Contemporary Collaborative Art in a Global Context. Grant H. Kester. Durham: Duke U Press (2011).

The One and the Many. Contemporary Collaborative Art in a Global Context. Grant H. Kester. Durham: Duke U Press (2011).

… y uno para todos, decían los Tres Mosqueteros bajo el ala benigna de D’Artagnan, aunque desde el Renacimiento existió el “taller” artístico. Allí, el pintor y el escultor tenían su grupo de aprendices, pintando las manos o los ojos o las narices de sus personajes, como en el caso del prolífico Rubens o de Bernini. Esos esclavos del taller han tomado la palestra y ahora son los colaboradores que nutren el variopinto escenario del arte contemporáneo colectivo.

En su excelente libro, Kester analiza el trabajo de colectivos que trabajan en diversas partes del mundo, y documenta la participación colectivista del llamado “Tercer Mundo” y de espacios emergentes enquistados en los grandes mercados. Si bien el colectivismo es hoy un fenómeno global, lo cierto es que comenzó en lugares apartados de las sedes principales del arte primermundista. La diversidad de ejemplos permite  a Kester enumerar las características del arte colectivo, sus bondades y sus retos, sus problemas y sus aciertos, y la riqueza que aporta gente que cultiva diferentes ramas del arte. Como la obra de arte ya no es lo que era, el artista tampoco lo es. Hoy podemos hablar de la obra como una “intervención poliartística”.

Este colectivismo artístico plantea un serio cambio de paradigma. La luna ha menguado sobre el creador solitario, y hoy la obra de arte se nutre de la diversidad, del diálogo, de la crítica y del accidente. Aprovechemos el momento de presenciar un arte plural que enriquece nuestro disfrute de la vida y de la creatividad.

[Reseña publicada el 13 de octubre de 2013 en El Nuevo Día.]

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¿Qué será la belleza?

Beauty. A very Short Introduction. Roger Scruton. Londres: Oxford U Press (2012)

Beauty. A very Short Introduction. Roger Scruton. Londres: Oxford U Press (2012)

Pues, ya nadie está seguro. Cada cual tiene su preferencia y su definición… y, a fin de cuentas, ya no hay consenso.

Hace unos cuantos años, todo el mundo sabía señalarla: aquella que nos venía de la antigüedad occidental, de cuerpos simétricos y suaves, de facciones estilizadas de raza blanca, de cabellos ensortijados y de expresión relajada y segura. Esa armonía ha sido destronada. Ahora hablamos de “bellezas”.

En su breve introducción a la belleza, Scruton intenta explicar por qué, a pesar de la variedad de bellezas de hoy, los síntomas de lo bello no han cambiado. Nos advierte que, de hecho, “la belleza está en el ojo del observador”. Se trata de una apreciación personal que insiste en conductas de grupo y en preferencias epocales. Con el multiculturalismo que hoy nos envuelve, cada comunidad tiene “su” belleza.

Pero hay algo singular e inesperado en la propuesta de Scruton: la belleza ya no está en la visión espectacular o ejemplar de algo que nos conmueve, ni en lo inefable, ni en lo único. Al contrario, la belleza que se tramita hoy día tiene que ver con lo que él llama la “belleza mínima: lo cercano, lo cotidiano, lo conocido, aquello cuyo arreglo y orden nos remiten a la vida controlada que hemos construido nosotros mismos.

La belleza que hemos abrazado es la que nos da un lugar en el mundo, la que nos permite pertenecer, no aquella que exaltaba nuestros sentidos, sino la nos hace atender el mundo en el que podemos mediar entre lo hermoso y lo útil.

[Reseña publicada el 6 de octubre de 2013 en El Nuevo Día.]